jueves, 22 de octubre de 2009

LA ÉTICA VECINDARIA Autor: JAVIER VEGAS blogger y columnista: www.arabaonline.com

Esto de la ética tiene mucho que teorizar. Pero en determinados casos, lo de teorizar no pasa de ser una forma de buscar excusas. Lo importante como individuos y miembros de un colectivo es practicar. Bien están los estudios, bien las teorías, pero, como ocurre con muchos de los postulados de las llamadas ciencias humanísticas, a menudo se trata de poco más que de verbalizar e intentar sistematizar lo que de forma natural venimos haciendo los humanos. Desde esta perspectiva, que una asociación de vecinos organice un ciclo sobre ética es algo que nunca debe considerarse como una incursión, una aventura o un sin sentido. Es precisamente en el ámbito de la convivencia donde la ética adquiere un sentido, y más aún hoy. Presos de un cierto fariseismo nos dedicamos en nuestros ámbitos vitales (nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra fábrica) a potricar y despotricar sobre la ética ajena, cuando mejor haríamos en practicar la propia.

Tendemos a menudo a justificarnos y hasta a convencernos de que carecemos de obligaciones éticas. Y lo hacemos movidos por el ejemplo que vemos o creemos ver en las castas dirigentes. Craso error. Error porque lo que debiera llevarnos a reforzar nuestra capacidad de crítica y a incentivar nuestros motivos de participación ciudadana nos lleva con frecuencia a renunciar a todo ello y subirnos en el carro de “los listos”. Error porque esa misma postura nos inhabilita a menudo para mostrar nuestro rechazo ante conductas cuya esencia compartimos, y de las que lo único que nos aleja es la oportunidad. Error porque en definitiva es patrimonio nuestro el mantener una actitud ética ante los avatares de la vida, pero, al menos así lo veo yo, la relación entre ética y política es meramente coyuntural, oportunista incluso y por tanto carente de ética. Dicho de forma clara, el uso de la ética por parte de la política es todo un ejemplo de falta de ética. Es a menudo un abuso. Cosas que toleramos e incluso aplaudimos en la historia o en la práctica política son absolutamente impensables en lo que podríamos llamar un comportamiento ético, y sin embargo son, tal como demuestra la propia historia, necesarias.

En el ámbito de lo social, de la conjunción de individuos en un entorno social, la ética es sin embargo importante, más que importante, vital si al establecimiento de unas normas de convivencia nos referimos. Ética en los negocios; en la educación; en la corresponsabilidad económica; en el trato a diferentes sean de género, raza, ideología o religión; en la participación política y hasta en el urbanismo y cuidado del medio ambiente. Comportamientos éticos que son a menudo el único sistema eficaz que a nivel individual tenemos para enfrentarnos a las grandes injusticias del planeta, sin que sirva aquello de “hasta que no lo hagamos todos no lo hacemos ninguno”. Todos es la suma de cada uno, y nunca se empiezan los caminos, por largos que sean sin dar un primer paso.

A partir de ahí, y sin que necesitemos un profundo esfuerzo mental, comenzaremos a descubrir aspectos en los que podemos acomodar mejor nuestras experiencias vitales a nuestros postulados éticos (si es que los tenemos, claro está). Cuestiones como el comercio justo, como la honestidad fiscal, como la honestidad administrativa, como las prácticas de un consumo responsable, etc. etc. pueden arrojarnos algunas pistas para acercar desde el plano teórico un debate sobre la ética a nuestra identidad vecindaria.

Javier Vegas 21.10.2009

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